Ya recuperado del trasiego de un viaje que me mantuvo 24 horas y
media de avión en avión, y de avión en tren hasta llegar a mi
casa en Almería, llegó la hora de hacer balance y relatar
algunas de las cosas que allí ocurrieron.
Antes de nada, indicar que mi periplo por la San Diego Comic Con 2014
(SDCC 2014), comenzó en el aeropuerto de Dallas y terminó en el de
San Diego.
En el primero, reconocí a un “casual” Chuck Dixon vestido con
pantalón corto, camisa estampada al uso de, pónganse en pie por
favor, George Pérez y sombrero claro de ala ancha.Estaba haciendo
tiempo hasta la hora de embarque.
Ni corto ni perezoso,y una vez comprobada su identidad con la app
oficial del evento, que por cierto ha resultado ser una verdadera
maravilla, herramienta insustituible para saber dónde y cuándo
acudir a los sitios, me acerqué a él con mi cómic de “El
Abogado del Diablo”en mano, cuya portada podéis ver aquí mismo.
-“Disculpe, ¿es usted Chuck Dixon?”.
-”Sí, soy yo””.
-”Es un placer conocerle. Me llamo Jesús Arriaga; un fan español
de su trabajo. ¿Le importaría firmarme el cómic?”.
-”En absoluto, faltaría más. ¿te diriges a la Comic Con?”
-”Sí. Es mi primera vez, y para mí es todo un sueño hecho
realidad...”.
-”Pues espero verte allí en alguna de las charlas. También estará
Nolam como invitado”
-”Lo sé, lo sé, está en mi lista. Nos vemos Sr. Dixon, ha sido
un auténtico honor”.
-”No, el placer ha sido mío”.
Y así, obtuve el primer autógrafo, encima con dibujo, de este
prestigioso guionista. Posteriormente, Graham Nolan, completaría la
dedicatoria.
El viaje de ida resultó incómodo. La temperatura en la cabina del
777 que me condujo hasta Estados Unidos era demasiado baja y tomé
nota para la vuelta.
Desde la salida, tuve que pasar por varios controles para asegurarse
de que no era un terrorista, respondiendo a preguntas del tipo: “Por
favor, nombre uno de los objetos punzantes que lleva usted en su
equipaje”que yo, con cara de no haber roto nunca un plato,
contestabas con un: “No llevo ningún objeto punzante en mi
equipaje...”.
Pero sin duda, la pregunta más sorprendente para mí me la hizo en
Dallas el agente Ríos, cuando en la aduana de Dallas me dijo:
-”¿Cuál es el motivo de su visita a los Estados Unidos?”.
-”Vengo a la Comic Con de San Diego”.
-”¿ La Comic Con? ¿Qué es eso?”
El caso es que, tras unos pocos controles más, llegué a La Meca del
Cómic. Es difícil describir la sensación al contemplar el “sky
line” nocturno de la ciudad. El taxista, muy amable, me condujo
hasta mi hotel, un “resort”, o sea, el típico apartahotel que
vemos en series como “Me Llamo Earl”.
Cansado, muy cansado, pero a la vez con mucha ilusión, me acosté
dispuesto a tomar al asalto el Centro de Convenciones por la mañana.
El día comenzaría a las 6:30 a.m, y me esperaba el paraíso de los
frikis.
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