jueves, 8 de enero de 2015

La Locura de los Necios.





Si no vivís en lo alto del monte Everest o en la profundidad de una cueva del Paleolítico, hoy habréis sido informados como yo del brutal asesinato de doce personas (de momento), por el mero hecho de expresar lo que pensaban en la manera que veían conveniente. Hay gente que opina que no hay necesidad de hacer burla de temas que, para una gran parte de la población mundial, son sagrados. Y es verdad. Pero no se trata tanto de una burla como de hacer una crítica a una manera de esclavizar a personas haciendo uso de algo que, en absoluto, fue creado con esa finalidad.Y es ahí donde a algunos bastardos les duele.

Creerse con el derecho (¿divino?) de imponer su criterio a los demás, porque el suyo es el único correcto y verdadero, es la manera que tienen los fanáticos de someter sociedades a través del miedo. Estúpidos, necios, inhumanos.

La libertad de expresión es el derecho a no circunscribir tus ideas al ámbito de lo personal. Porque el no expresar algo que tú entiendes que debe ser expresado, de la forma que tu estimes oportuna, puede convertir a tu pensamiento en la prisión de tus ideas.Y tus ideas te definen más que tu cara, nacionalidad, sexo o color de piel.No mostrarlas donde tú estimes oportuno, equivale a engañar a los demás mediante el uso de una máscara.

Solo dando a conocer ideas opuestas a las establecidas por una mayoría es como hemos conseguido avanzar los seres humanos.De no haber sido porque un buen día alguien de nuestra especie decidió ir contra el criterio de "la manada" y acercarse con una rama o una lanza a aquella forma de energía que hasta el momento solo había reportado dolor, el hombre nunca habría llegado a conocer el fuego.

Expresar tus ideas es absolutamente necesario para vivir en libertad. Pero, como todo lo que posee un valor importante en sí mismo, suele conllevar un precio. Decir lo que uno piensa una vez pensado lo que se dice supone siempre un riesgo, porque no todos lo hacemos de la misma manera( a Dios gracias), ni todos los oídos escuchan de la misma forma. De hecho, estamos viendo continuamente ejemplos de oídos que no escuchan nada en absoluto.

El primero de esos riesgos es el de equivocarse. Esto puede asumirse porque, en la mayoría de las ocasiones, uno puede pedir perdón y reparar el daño que haya podido originar. Las leyes, si están bien hechas, deben ayudar a que esto sea posible, favoreciendo incluso que  " el sordo" también pueda rectificar.

El segundo de los riesgos es el de que tus pensamientos puedan llegar a ofender a alguien. Esto, es de fácil solución si la persona ofendida es capaz de entender que tu manera de pensar puede ser diferente a la suya. En caso contrario, posiblemente nos encontraremos frente a uno de estos animales. Y desgraciadamente, con los animales no cabe razonamiento alguno por imperativo de la propia naturaleza.

Eso fue lo que les ocurrió a una docena de personas que hoy, como cualquier otro día, se levantaron para cumplir con un trabajo que les permitía alimentar a sus familias y a la vez expresar su parecer con un lenguaje artístico, pleno de humor y capaz de poner en evidencia, como era en este caso, los numerosos déficits de un sistema de creencias. Que, lejos de hacer que los aludidos replanteasen sus posturas o las mantuviesen, para salir  fortalecidos a partir del consiguiente análisis autocrítico que debiera haber originado, decidieron que lo mejor para todos era acallar para siempre esas voces y esas plumas.Discúlpenme, señores del kalashnikov, pero por mí ya pienso yo solo.