He estado de visita en Valencia y, como no podía ser de otra manera, el sábado estuve "de cacería" en las tiendas especializadas. Una de mis favoritas es Futurama. Consta de tres establecimientos muy próximos, cada uno de los cuales está dedicado a un ámbito diferente de este mundillo del 9º arte. En ella tuve la suerte de encontrarhace unos años los dos últimos números que me faltaban de la serie Bravo de "El Cachorro", serie clásica de piratas, bonita donde las haya.
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Desde muy pequeño, no había vuelto a elegir un cómic por su aspecto gráfico, importante, por supuesto, pero que, con el paso de los años he aprendido a colocar en su sitio; esto es, siempre al servicio de la narración. Pero en esta ocasión no fue así. Sin menospreciar el trabajo del guionista, bastante bueno por cierto, Luke Ross "se sale" en esta obra. La belleza oriental de los protagonistas, junto con las expresiones de equilibrio espiritual conseguidas con su dibujo, hacen que se respire un ambiente zen desde el principio hasta el final de la epopeya.
Y el colocar a un samurai en ambientes tan ajenos a él, como puedan ser las corte europeas o el desierto norteafricano, dotan de una especial singularidad y exotismo a esta aventura.
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