Cuando
parece que ya todo está inventado en el mercado editorial, algunos
talentos del mundo del cómic, con percepciones que yo calificaría
de visionarias, logran nuevamente llegar a sorprendernos.
Bryan K.
Vaughan y Marcos Martín, acompañados por la brillante colorista
Muntsa Vicente..., publican el cómic que da nombre a esta entrada y que, ya
de por sí, merece un análisis en profundidad. Sin embargo, no es de
eso de lo que quería hablaros en esta ocasión, sino más bien de
otras cuestiones que le rodean.
Por
ejemplo, el hecho de publicar exclusivamente en formato digital ya
denota una apuesta importante por las nuevas tecnologías de lectura.
De hecho, y es algo con lo que Marcos Martín tiene que lidiar y que
acaba resolviendo magistralmente, supone un importante cambio de
formato en el dibujo, pasando de un desarrollo vertical en lo
narrativo a uno horizontal.
Aunque,
lógicamente, la exigencia del cambio es aprovechar al máximo las
características de los dispositivos con los que será leído el
cómic (principalmente tablets y móviles entiendo yo), supone un
soplo de aire fresco en el mercado donde, de un tiempo a esta parte,
parece que las cosas solo pudieran hacerse de una única manera,
previamente establecida y comúnmente aceptada.
No
obstante, lo más revolucionario de esta iniciativa reside en su
política de precios, la cual podríamos resumir con la expresión
“pague usted lo que le venga en gana”.
Lejos de
tratarse de un vulgar truco publicitario, los autores dejan en
nuestras manos, y de manera individual, el precio de su cómic. Y
esto puede llegar a hacerse gracias a que, al no necesitar de papel y tinta
mas que el utilizado en la elaboración de los originales, la
producción y la distribución del cómic quedan abaratados hasta límites
insospechados, con lo que se pueden obtener beneficios económicos a
poco que tú pagues una pequeña cantidad.
Y, aún más importante a mi entender y quizá también para el de los autores porque sino no se explica una iniciativa así, también pueden obtenerse beneficios morales y éticos.
Y, aún más importante a mi entender y quizá también para el de los autores porque sino no se explica una iniciativa así, también pueden obtenerse beneficios morales y éticos.
Con esta
temeraria forma de proceder, encuentran una línea de acción limpia
y eficaz de lucha contra la piratería y las a veces abusivas políticas de
mercado que los lectores tenemos que padecer.Y lo mejor es que lo hacen
apelando a uno de los aspectos más valiosos del ser humano: su
integridad.
Ya no
vale escudarse en “es que el cómic vale X y nos piden que
paguemos Y; son unos ladrones”, o en el “ pues para que me roben
ellos, les robo yo” (este tipo de pensamiento muy español, mal que
nos pese). En definitiva, una iniciativa que supone una apuesta
arriesgada, valiente e íntegra por parte de sus autores que estoy
seguro de que saldrá bien, o al menos eso espero porque apela única
y exclusivamente al lado más noble del público receptor. Por mi parte, ya
he comprado el tercer número de esta brillante serie que dará
qué hablar durante mucho, mucho tiempo.
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