Con Frank Robbins me pasó como con el vino: tuve que tener una cierta edad para saber apreciarlo. Pero, al igual que con los buenos caldos, este dibujante (también guionista) los años lo han ido mejorando.
La primera colección en la que consiguió captar mi atención fue Los Invasores. Por alguna razón, la combinación de villanos ficticios y reales que ofrecía la serie ambientada en un mundo donde la opresión del nacismo era cada vez más asfixiante supo conquistarme por completo. Héroes con una simbología política más que evidente y la lucha sempiterna del bien contra el mal, adquiría en esta colección unas proporciones nunca vistas para mis jóvenes ojos de entonces.
Y a ello contribuía feacientemente un artista a los lápices que, si bien en un principio dibujaba unas facciones que me parecían horrendas, con el tiempo heaprendido llegado a apreciar y reconocer dentro de un estilo.
A pesar de todo, y no sabiendo muy bien por qué, aquellas páginas funcionaban. Tenían fuerza, dinamismo y una más que oportuna elección del encuadre en los momentos clave de la narración, lo que contribuía de forma notoria a mejorar el trabajo del guionista,por aquel entonces Roy Thomas.
Después, terminé por apreciar su gran valía en otras series de La Casa de las Ideas como Spiderman, Capitán América o Daredevil, donde seguía demostrando cómo su forma de dibujar impulsaba una y otra vez las historias que llegaban a su mesa de dibujo.
Esta sensación que intento transmitiros desde un principio, la he tenido con muy poquitas colecciones y autores en mi vida; de hecho solo en dos ocasiones. Una, fue leyendo Los Invasores de Frank Robbins y, la otra, con Kamandi de Jack Kirby. Por más que las lea y relea, siempre acabo encontrando en ellas algo nuevo capaz de dejar en mi paladar ese "saborcillo" de la infancia que, aunque sea muy de vez en cuando, vuelve a presentarse en nuestras vidas para llenarnos de inocencia y auténtica felicidad.
Y a ello contribuía feacientemente un artista a los lápices que, si bien en un principio dibujaba unas facciones que me parecían horrendas, con el tiempo heaprendido llegado a apreciar y reconocer dentro de un estilo.
A pesar de todo, y no sabiendo muy bien por qué, aquellas páginas funcionaban. Tenían fuerza, dinamismo y una más que oportuna elección del encuadre en los momentos clave de la narración, lo que contribuía de forma notoria a mejorar el trabajo del guionista,por aquel entonces Roy Thomas.
Después, terminé por apreciar su gran valía en otras series de La Casa de las Ideas como Spiderman, Capitán América o Daredevil, donde seguía demostrando cómo su forma de dibujar impulsaba una y otra vez las historias que llegaban a su mesa de dibujo.
Esta sensación que intento transmitiros desde un principio, la he tenido con muy poquitas colecciones y autores en mi vida; de hecho solo en dos ocasiones. Una, fue leyendo Los Invasores de Frank Robbins y, la otra, con Kamandi de Jack Kirby. Por más que las lea y relea, siempre acabo encontrando en ellas algo nuevo capaz de dejar en mi paladar ese "saborcillo" de la infancia que, aunque sea muy de vez en cuando, vuelve a presentarse en nuestras vidas para llenarnos de inocencia y auténtica felicidad.
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