miércoles, 28 de marzo de 2012

Admirado Maestro.


El Maestro en Avilés.
  Una  de las cosas más bonitas que tiene visitar un salón del cómic es que te permite conocer a esas personas  que aparecen abajo firmando las historias que lees y que, con el paso de los años, acaban constituyendo una parte bien significativa de tus mejores recuerdos.
Supongo que os habréis fijado en la foto que aparece un poco más arriba a la derecha en mi insignia de facebook. Esa persona, de rostro afable que se encuentra junto a mí, no es otro que el extraordinario, mágico e increíblemente talentoso George Pérez..

 Imagino que muchos ya lo conocéis. Yo, además, tengo la inmensa suerte de haber compartido con él tertulia y copa. Es, sin duda, el dibujante más querido por la organización del Salón del Cómic de la Villa de Avilés (por cierto, organización ejemplar donde las haya) y, me atrevería a decir que también por los fans. Y es que, en el maestro Pérez, se conjugan las virtudes de un excelente dibujante  y de una persona de grandeza difícilmente descriptible. Ya lo admiraba profesionalmente desde muy joven; ahora de mayor igualmente se le admira como ser humano. Un artista que lo es todo en el mundillo del cómic de superhéroes y que goza del respeto y la admiración de la mayor parte de sus compañeros de profesión, no ha tenido nunca reparo en dedicar horas y horas a que sus admiradores puedan llevarse un dibujo dedicado. Creedme, lo he visto empezar a atender a sus fans a las ocho de la mañana y no dejar de dibujar  mientras ha habido un rayo de luz. en el cielo.

¡Inconmensurable!


 Como humilde tributo a su generosidad, la última vez que nos vimos, tuve el atrevimiento de ser yo el que le dedicase un dibujo. Fue la primera vez que  hice algo así y, como no podía ser de otra manera, el maestro Pérez tuvo la gentileza de elogiarlo y agradecerlo como si de una verdadera obra de arte se tratara. Éstos y otros recuerdos de los que algún día hablaremos hacen que el abrazo que se observa en la fotografía sea algo especialmente sentido por mi parte. Constituye un abrazo real y metafórico al mundo del cómic, y a todo lo bueno que aún podemos encontrar en los seres humanos.


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