viernes, 27 de marzo de 2015

De la Libertad de Expresión.


Tras los lamentables sucesos acahecidos en Paris en los que una docena de personas resultaron asesinadas por el hecho de expresarse de una manera poco acertada según el criterio de unos locos fanáticos del Islam, recientemente se ha vuelto a poner de manifiesto que no todos somos Charlie.

En las oficinas de DC comics, situadas en un país que se autoproclama defensor de las libertades, ha tenido lugar una nuevo episodio de irracionalidad artística, si bien esta vez al menos no le ha costado la vida a nadie ni nininguna obra ha sufrido desperfectos.

El asunto consiste en que la ilustración que tienes sobre estas líneas, y que iba a ser portada del último número de un comic de dicha editorial, Batgirl, ha sido censurada por la misma.

La pregunta que yo me hago es por qué. No he querido buscar explicaciones oficiales, que es quizá por donde tenía que haber comenzado, lo admito, porque mi propósito era examinar la cuestión desde un punto de vista puramente personal.
Para ello, lo primero que tenemos que hacer es mirar con atención esta imagen.

Lo que yo veo es una situación en la que, el Joker, un personaje que es un auténtico bastardo y que necesita como bien sabemos de asistencia psiquiátrica especifica, continuada y de alto calado, se encuentra dibujando una perturvadora sonrisa con su dedo (¿ensangrentado?) en la cara de una aterrada Batgirl.

La heroína se encuentra a merced de un loco armado, que disfruta con la crueldad de cada uno de los asesinatos que perpetra.

La sensación de total indefensión ante un peligro real e  inminente está perfectamente captada y representada por el dibujante, Rafael Alburquerque, consiguiendo llegar a conmover, en el sentido riguroso de este término, a cualquier persona que la  contemple con la debida atención. Porque a esto es a lo que se dedican los artistas, a conmover al espectador con sus obras.

En este sentido: ¿se debe retirar/censurar una obra por el hecho de que pueda resultar desagradable para algunas sensibilidades?

Obra de Goya en  El Prado (Madrid).
La respuesta para muchos seguramente será afirmativa porque estamos hablando de comics; algo que todavía sigue considerándose en determinados ambientes un arte menor.

Sin embargo, si por ejemplo hablamos de otro arte plenamente reconocido relacionado con éste como es la pintura, descubriríamos un tanto perplejos la existencia de muy pocas voces capaces de alzarse para solicitar de ciertos cuadros como el que tenéis justo al lado de estas líneas; "Saturno devorando a su hijo",de Francisco de Goya y Lucientes. Esto parece poner de manifiesto la existencia de un doble rasero a la hora de valorar de forma crítica las obras de arte.

Aunque es una cosa que ya parece superada, no debemos olvidar que hubo un tiempo en que, exhibir cuerpos desnudos aún siendo en el mundo del arte, resultaba impúdico para un amplio sector de la sociedad. Uno de los Papas (no recuerdo con seguridad si fue el propio Julio II), ordenó cubrir la desnudez expresada magistralmene en la Capilla Sixtina por Miguel Ángel por resultar una inmoralidad.


Pero hoy en día podemos disfrutar de obras como "El Origen del Mundo", de Gustave Courbet, en museos tan prestigiosos como el de Orsay de París sin que prácticamente nadie se escandalice.

En definitiva el mensaje que quiero transmitir en esta entrada es el siguiente: El artista debe tener total libertad para expresarse conforme a su criterio. Sus obras no tienen por qué gustar a todos, pero todos tenemos derecho a nuestros propios gustos. La opción a adoptar frente a una obra que no sea de mi agrado nunca puede ser ordenar que la retiren; si no es de nuestro gusto simplemente evitémosla y respetemos a aquéllos que tienen una sensibilidad diferente a la nuestra. La capacidad de expresarnos artísticamente nos separa del resto de especies animales, nos humaniza. Dedicar esfuerzos a censurarlo o encorsetarlo, supone  dedicar esfuerzos a ¿construir? personas cada vez más ignorantes y con menos sensibilidad. Desde luego, no es ésa la educación que yo quiero para mi hija.

En el museo de Orsay (París)



miércoles, 25 de marzo de 2015

XX Salón Internacional del Cómic de Granada.



Veinte años. En ese tiempo, el Salón Internacional del Cómic de Granada ha albergado artistas tan ilustres como Joe Kubert, Howard Chaykin, David Lloyd o Quino. Ha visto crecer a otros como Jesús Merino o Carlos Pacheco, y dar sus primeros pero firmes pasos a Jorge Jiménez, Javier Fernández,...

En definitiva, cuando hablamos de él, hablamos de un Salón con solera que, tal y como sucede con una persona, ha tenido buenos y malos momentos y que, desgraciadamente, va decayendo con la edad.

Me gustaría poder decirte que, siendo ésta su vigésima edición, la organización tiró la casa por la ventana para realizar un evento memorable como merece una afición incondicional. Pero dado que te tomas la molestia de dedicarle a este  blog unos minutos de tu tiempo, flaco favor te haría si los utilizara para engañarte.

La presencia de autores franceses en el salón motivó un amplió despliegue de guardia civil en el recinto.
Errores graves de organización ( o de su falta) siguen manifestándose edición tras edición. En la charla de IDW Publishing, surgieron varios porque alguien decidió no dedicarle unos minutos antes a elegir un visor adecuado para los archivos de imagen que el editor David Hedgecock necesitaba en su exposición. Ojalá esto fuese algo puntual, pero todos los años tenemos algo similar. Y eso se traduce, entre otras cosas, en una menor presencia de stands, de fans y de editores.

El maestro Azpiri nos comentó que empezó su carrera profesional tocando el piano.
En el lado positivo, volvimos a reencontrarnos los incondicionales del cómic en esa maravilla de ciudad que es Granada. El hecho de que hubiese menos asistencia, permitió que no tuviéramos que hacer cola para conseguir  dibujos y charlar con los autores invitados. He de reconocer que, pese a lo anteriormente mencionado, disfruté como un enano saludando a Ricardo Esteban, editor de Dibbuks y uno de los máximos defensores de la publicación de obras nacionales en España; conociendo a Fernando Dagnino, el cual me agasajó con un precioso dibujo de Harvey Dent- Dos Caras; al igual que Gabriel Hernández, autor entre otros del dibujo de El Bosque de los Suicidas o la serie actual de Magneto para Marvel.

Aquí, un amigo.
Y a otro nivel todavía más cercano, Javier Fernández y Jorge Jiménez, que compartían mesa de firmas con Antonio S. Aranda, volvieron a hacerme sentir como uno más de "la familia" de este extraordinario mundo que constituye el Noveno Arte. Con conexión en directo incluida con ese pedazo de programa radiofónico que me hace el honor de incluirme entre sus colaboradores el segundo sábado de cada mes, y que responde al nombre de La Parada de los Monstruos. Gracias a los hados, el éxito de  un Salón del Cómic sigue recayendo en gran medida en los autores a los que invita y en el público que lo visita, y en esto todavía Granada tiene  tiene mucho que ofrecernos. Por otros veinte años más de dibujos, sueños e ilusiones en la ciudad de la Alhambra.