La vida, afortunadamente, nunca deja de sorprendernos. Porque, por más que una quiera dejarlo todo atado y bien atado para que la Providencia o Murphy, ocupen su tiempo en otros que los necesiten más, al final siempre te encuentras con lo inesperado.
No tenía noticias de que este año Panini hubiese invitado en su estand de firmas a Daniel Acuña y a Marcos Martín, dos de los autores nacionales que más me gustan. El primero, entre otras cosas, por el uso tan peculiar que hace del color; y el segundo por su habilidad narrativa (desde que leí Batgirl: Año I, quedé totalmente atrapado por su manera de contar las historias).
Así que me dispuse a realizar las modificaciones oportunas sobre el horario previsto para estos dos días, con el único propósito de obtener un dibujo, una firma o al menos un saludo de esta pareja de artistas. Esa tarde, la del sábado, iban a firmar a las cinco. A las tres y media , ya había ocho esperando.
Así que me dispuse a realizar las modificaciones oportunas sobre el horario previsto para estos dos días, con el único propósito de obtener un dibujo, una firma o al menos un saludo de esta pareja de artistas. Esa tarde, la del sábado, iban a firmar a las cinco. A las tres y media , ya había ocho esperando.
Supongo que me estoy haciendo viejo, porque mi cuerpo ya no está para hacer colas de dos horas o más con, encima, escasas posibilidades de conseguir mi objetivo. Más de una vez, y en este Salón no fue de otra manera, me volvió a ocurrir que los autores se marcharon justo cuando ya me tocaba, quedándome compuesto y sin poder saludar a Miguel Sepúlveda.
Por tanto decidí desistir, creo que con buen criterio, con la esperanza de conseguir una firma en los cinco últimos minutos de la sesión, estrategia que he venido usando en los últimos tiempos. Pero ni así. Fue algo imposible el acercarse.
Resignado, me fui a la siguiente charla que tenía seleccionada donde, casualidades de la vida, se encontraba entre el público, Ángel de la Calle, pilar organizativo de las mejores jornadas de España (las de Avilés) y entendido de esta cosa que llamamos cómic, al que me dio mucho gusto poder saludar.
Volviendo al tema de las colas, no se me había pasado por la cabeza el acercarme a la de Adam Huges. Siendo, en teoría, la estrella del Salón, a priori resultaría imposible obtener un dibujo. Pero ya sabéis, "la vida es una caja de bombones..." y cuando, casi de forma fortuita, me encontraba el último de la fila para ver si me firmaba el número uno de "Espectro de Seda", no solo me lo firmó sino que ocurrió lo siguiente:
El encargado de ECC se dirigió a las dos únicas personas que quedaban en la cola. Habiendo ya sobrepasado la hora de firmas en diez minutos, nos instó a que la abandonásemos para que Adam pudiese marcharse a comer, a lo que el autor se opuso de forma muy amable, indicándole que seríamos los dos últimos.
Busqué el cómic en mi bolsa mientras atendía al chico que tenía delante. Cuando me fijé mejor, el chico resultó ser "El Diego", al que no había visto hasta ahora, cosa que me había resultado extraña al tratarse del traductor habitual de charlas y otras actividades en el Salón. Estaba hablando con el dibujante sobre una página original que le estaba dedicando. No quise interrumpir y busqué mi cámara. Cuando levanté la cabeza, había desaparecido sin haber podido saludarlo. En fin,... me tocaba.
Allí estaba el Sr. Huges sudando tras varias horas de trabajo intenso atendiendo a fans. Su mujer se encontraba tras él. Mientras me firmaba la portada, me preguntó:
- Do you like Harley Queen?
- Yes -respondí algo sorprendido.
Entonces sacó un dibujo a medio terminar que tenía bajo una carpeta en el lateral. Era Harley Queen. Con mis más malos que buenos conocimientos del inglés le creí entender mientras completaba un poco el dibujo:
-(Traducido) Tengo aquí este dibujo que había dejado aparte porque me había equivocado con (no lo entendí), pero si te gusta, te lo puedes llevar...
Sin poder creer lo que estaba ocurriendo y pleno de alegría lo acepte con un sencillo:
-Thank you, thank you, thank you...- mientras le estrechaba sonriente la mano.
Se acercó el dedo índice a los labios y se despidió con un:
-Ssshh - gesto de complicidad que puso la guinda a este recuerdo.
Y eso fue todo. Por mucho que planifiques cómo quieres que se desarrollen los acontecimientos, Dios, el Karma, la suerte...llámalo como quieras, siempre tiene la última palabra...afortunadamente.
Por tanto decidí desistir, creo que con buen criterio, con la esperanza de conseguir una firma en los cinco últimos minutos de la sesión, estrategia que he venido usando en los últimos tiempos. Pero ni así. Fue algo imposible el acercarse.
Resignado, me fui a la siguiente charla que tenía seleccionada donde, casualidades de la vida, se encontraba entre el público, Ángel de la Calle, pilar organizativo de las mejores jornadas de España (las de Avilés) y entendido de esta cosa que llamamos cómic, al que me dio mucho gusto poder saludar.
Volviendo al tema de las colas, no se me había pasado por la cabeza el acercarme a la de Adam Huges. Siendo, en teoría, la estrella del Salón, a priori resultaría imposible obtener un dibujo. Pero ya sabéis, "la vida es una caja de bombones..." y cuando, casi de forma fortuita, me encontraba el último de la fila para ver si me firmaba el número uno de "Espectro de Seda", no solo me lo firmó sino que ocurrió lo siguiente:
El encargado de ECC se dirigió a las dos únicas personas que quedaban en la cola. Habiendo ya sobrepasado la hora de firmas en diez minutos, nos instó a que la abandonásemos para que Adam pudiese marcharse a comer, a lo que el autor se opuso de forma muy amable, indicándole que seríamos los dos últimos.
Busqué el cómic en mi bolsa mientras atendía al chico que tenía delante. Cuando me fijé mejor, el chico resultó ser "El Diego", al que no había visto hasta ahora, cosa que me había resultado extraña al tratarse del traductor habitual de charlas y otras actividades en el Salón. Estaba hablando con el dibujante sobre una página original que le estaba dedicando. No quise interrumpir y busqué mi cámara. Cuando levanté la cabeza, había desaparecido sin haber podido saludarlo. En fin,... me tocaba.
Allí estaba el Sr. Huges sudando tras varias horas de trabajo intenso atendiendo a fans. Su mujer se encontraba tras él. Mientras me firmaba la portada, me preguntó:
- Do you like Harley Queen?
- Yes -respondí algo sorprendido.
Entonces sacó un dibujo a medio terminar que tenía bajo una carpeta en el lateral. Era Harley Queen. Con mis más malos que buenos conocimientos del inglés le creí entender mientras completaba un poco el dibujo:
-(Traducido) Tengo aquí este dibujo que había dejado aparte porque me había equivocado con (no lo entendí), pero si te gusta, te lo puedes llevar...
Sin poder creer lo que estaba ocurriendo y pleno de alegría lo acepte con un sencillo:
-Thank you, thank you, thank you...- mientras le estrechaba sonriente la mano.
Se acercó el dedo índice a los labios y se despidió con un:
-Ssshh - gesto de complicidad que puso la guinda a este recuerdo.
Y eso fue todo. Por mucho que planifiques cómo quieres que se desarrollen los acontecimientos, Dios, el Karma, la suerte...llámalo como quieras, siempre tiene la última palabra...afortunadamente.
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