Me gustaría decir que siempre he sido un amplio conocedor y ferviente seguidor de la obra de Scott Clark pero no es así. Lo conozco de lo que podéis conocerlo cualquiera de vosotros que leéis este blog. Eventualmente han pasado por mis manos algunos de sus comics, los cuales, como tantos otros, han acabado proporcionándome buenos ratos. Dicho esto, no puedo pasar por alto su pérdida este veintidós de febrero, por todo lo que supone el fallecimiento de un ser humano y en especial, si se trata de uno que con su arte, mejora un poco la calidad de vida de los demás.
Cuando un artista con el que empatizas muere, un trozo de ti también muere. Su obra, que alimenta un poco nuestro espíritu, enriquece nuestra imaginación y, de alguna manera, nos ayuda a afrontar el devenir cotidiano. Pero un día, la conexión se rompe y no se puede reparar. Simplemente, se acaba.
Llámalo destino, ley de vida o como quieras; el hecho es que nunca más volverá a coger un lápiz para, expresándose como solo él sabía, hacernos un poco más felices.
Por eso, aún sin ser un experto conocedor de su obra, lo cierto es que me duele su pérdida y, aunque sea en un lugar tan humilde como éste tu pequeño blog, no puedo por menos que intentar rendirle un pequeño tributo a modo de reconocimiento. Él trabajó para nuestro deleite. Nos llevó a las calles de Gotham y a los cielos de Metrópolis. Nos hizo compartir la experiencia de volar junto al Hombre de Acero y la búsqueda incansable de justicia por parte de un psicópata enmascarado tan peligroso como los criminales a los que persigue. Por eso, y por muchas otras razones que seguro olvido, gracias. Tu vida tuvo un sentido muy especial para todos aquellos que como tú y como yo amamos esta cosa del cómic.
Por eso, aún sin ser un experto conocedor de su obra, lo cierto es que me duele su pérdida y, aunque sea en un lugar tan humilde como éste tu pequeño blog, no puedo por menos que intentar rendirle un pequeño tributo a modo de reconocimiento. Él trabajó para nuestro deleite. Nos llevó a las calles de Gotham y a los cielos de Metrópolis. Nos hizo compartir la experiencia de volar junto al Hombre de Acero y la búsqueda incansable de justicia por parte de un psicópata enmascarado tan peligroso como los criminales a los que persigue. Por eso, y por muchas otras razones que seguro olvido, gracias. Tu vida tuvo un sentido muy especial para todos aquellos que como tú y como yo amamos esta cosa del cómic.
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