Una de esas costumbres que uno arrastra ya desde hace lustros es la de comenzar el año nuevo releyendo alguna historia de Superman. Normalmente, esa historia suele ser la narrada en el nº 1 de Man of Steel, miniserie como sabéis en la que John Byrne, relanzaría al personaje durante bastantes años. En aquellos momentos, fue toda una alegría disfrutar con la frescura que imprimía el maestro Byrne a sus comics, tanto en la parte escrita como en la gráfica y claro está, cuando se pone al mejor artista del momento a cargo del mejor personaje de todos los tiempos (permitidme la debilidad), el resultado tiene que ser brillante.
El caso es que en esta ocasión me encontraba en Baza, que es donde se ubica el grueso de mi colección de tebeos, por lo que pensé coger entre lo disponible esta otra revisión del personaje, la cual ya llevaba un tiempo esperando su momento.
Y aunque el saber hacer de su guionista (Geoff Johns) y de su dibujante (Gary Frank), hacía presentir un gran trabajo, lo cierto es que me sorprendió sobremanera, ya que siempre he pensado que quedaban pocas cosas que relatar de los primeros años en la Tierra del último hijo de Krypton.
Del escritor decir que cuanto más lo leo, más me doy cuenta de que no se trata de uno más; no en vano DC depositó su confianza en él durante tan largo periodo, otorgándole la responsabilidad de muchas de sus series emblemáticas. Consigue hacer creibles muchas de las cuestiones que los fans, medio en broma, medio en serio, comentamos entre risas; como por ejemplo, el hecho de ir vestido de "fantoche" en público. Pero sobre todo, destaca su particular forma de abordar la cuestión central donde se establece la diferencia entre un buen y un mal cómic de superhéroes y que, paradójicamente, reside en el componente humano de los personajes. Caven destacar los momento en que Jonathan Kent revela la verdad de su origen al joven Clark, o las escenas en que Johns plasma vileza de los sentimientos de Luthor.
Inmenso también el dibujante. El homenaje que rinde Gary Frank al tristemente fallecido Christopher Reeve, tomando como referencia su anatomía en su particular interpretación del personaje, es un gesto que le honra y que agradecemos todos aquellos que sabemos que nunca ha existido ni existirá un actor que encarne mejor el papel del Hombre de Acero en la gran pantalla. El ritmo narrativo y la elección de encuadres por viñeta, lo mejor.
Así que, si como yo hasta hace poco, no has tenido el placer de disfrutar con la lectura de esta historia, o si alguien te pregunta por un buen cómic sobre el Hombre del Mañana para regalar, Superman: Orígenes es la respuesta. Te aseguro que ni siquiera la kryptonita puede disminuir la fuerza de este relato.