Hace ya 17 años que se publicó la última tira de Calvin & Hobbes. Su creador, Bill Watterson había quedado exhausto tras diez ininterrumpidos años de creatividad desbordante publicada en periódicos y dominicales. Eso, y sólo eso, hizo que pusiera fin a las aventuras de un niño de 6 años y su peluche, amigo imaginario inseparable que aportaba una nota de cordura en la frenética actividad de un niño de su edad.
Última página dominical, publicada en 1995. |
Aquí la genialidad de las historias no reside en complicados tramas y personajes difíciles de predecir. En esta tira, el autor, persona íntegra donde las haya, que dejó de percibir muchos cientos de miles de dólares al negarse a transformas sus creaciones en objetos de merchandising, centra su creatividad en transmitir al lector lo mejor de la infancia. Imaginación, vitalidad, la fidelidad y complicidad que encontramos en una amistad verdadera, personalizada en este caso en su fiel tigre de peluche…en definitiva, en la felicidad de haber tenido una infancia normal.
Y ahí es donde reside el éxito de la tira. Porque, al fin y al cabo a ti y a mi, amigo mío, nos encantó ser niños.
Y ahí es donde reside el éxito de la tira. Porque, al fin y al cabo a ti y a mi, amigo mío, nos encantó ser niños.
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