martes, 3 de abril de 2012

Era la Hora del Predicador.


Cuando se le pregunta a cualquiera por la obra cumbre de nuestra literatura, siempre encontramos la misma respuesta: El Quijote. Haz la misma pregunta sobre el mundo del cómic y ya la respuesta no va a ser tan unánime. Aparecerán títulos de lo más variado: Watchmen, Batman Año I, Dark Knight, Mauss, Persépolis… Si la consulta me la hicieran a mí, no tendría que pararme a pensar durante mucho tiempo: Preacher.

 


En este título, Garth Ennis y Steve Dillon, acompañados de otros talentos como los de Carlos Ezquerra  y Glen Fabry, construyen de manera perfecta una historia donde el presupuesto original reside en buscar a Dios para pedirle cuentas por habernos abandonado.

¿Insólito? ¿Irreverente? No olvidemos nunca que hablamos de ficción. Desde este planteamiento, bienvenido sea todo lo que contribuya a mejorar la calidad de la historia. La  cuidadosa arquitectura de la misma, el trabajo de profundización en los personajes y sus relaciones donde, a pesar de contar con malos malísimos que se comportan como corresponde a su condición, los buenos (no tan buenos) tienen reacciones bastante humanas en entornos de extrema presión alejadas de los estereotipos del héroe. Patologías de lo más enfermizas, situaciones esperpénticas, referencias metafísicas y religiosas, acompañadas con un toque de humor agridulce, conforman las bases de un relato que a nadie deja indiferente y que, a un servidor, dejó con la boca abierta para siempre.




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