De Casta le Viene al Galgo.

Ya os he hablado más de una vez de mi padre. Si sois seguidores más o menos habituales del blog, sabéis que uno de los grandes amores de su vida ha sido, es y será la pintura. También conocéis las dificultades que tuvo que superar para, de forma totalmente autodidacta, adquirir una formación técnica al respecto. Hoy en día sigue formándose, si bien más en otros campos porque en éste, perdonadme la falta de modestia y el orgullo filial, poco tiene que aprender.

Pero lo que quería comentaros en esta ocasión es que, de pequeño él también compró algún que otro tebeo. Seguía las series de Mendoza Colt, Pantera Negra (y Pequeño Pantera Negra) y Dan Barry, El Terremoto. Ocasionalmente, podían llegar a sus manos números de otras series que intercambiaba con los amigos. Hasta aquí normal, ¿no? Pues no. Vosotros y yo compramos comics porque nos gustan en sí. Mi padre los compraba básicamente por los dibujos. Intentaba aprender algunas reglas del movimiento, anatomía de animales, vegetación...Una vez me reconoció que no leía los tebeos de Puk, el Hombre de Piedra porque le parecía demasiado fantástico el ver hombres alados y centauros. 

El caso es que dibujaba, dibujaba y dibujaba y, buceando en el baúl de los recuerdos que atesora mi hermano mayor, encontré estos dos dibujos que aquí os adjunto.Mi hermano me dijo que, el mayor de ellos, era de Thor pero, en el cincuenta y siete, Marvel aún no lo había explotado así que no podía ser. Se trataba de un dibujo del Paladín Audaz, del genial Manuel Gago. Las cosas no estaban como hoy en día y se tuvo que valer de la otra cara de un pasquín publicitario; no había dinero ni para comprar papel.

El otro está sacado de Balín de José Ortiz, personaje del cual no sabría absolutamente nada de no ser por este dibujo que envió mi padre a la editorial, y por el cual incluso llegaron a pagarle veinte pesetas de la época. Ergo, técnicamente, podemos decir que llegó a ser profesional. Tenía entonces catorce años.